Conversaciones incompatibles a las tantas de la madrugada, cuando los razonamientos rozan lo ilógico e incomprensible y acarician una vez más la jodida realidad.
Vengo a buscarte, no he
pedido permiso,
Vengo titubeante, más bien diría indeciso,
Abrigando los calambres, voceando al cabildo,
Que empezaré a creer si me haces sentir vivo.
No me amenaces, no me tengas en vilo,
Mejor prepárate, ves limpiando el filo,
Comenzarás a marearte, cuando rescate el vino,
Notando el desarme de mis tropas en tus dominios.
Las conquistas, las amantes, todo un mito,
Para que pudieras centrarte, en mi retiro,
Si hace falta volveré a helarme, insisto,
Si hace falta lo haré, por medirte los colmillos.
Llegaría a cansarme, de intentar medir el cariño,
Que lucho por mostrarte, que parece que no has visto,
Que casi consigo marcarte, que casi te pillo,
A base de dispararte, en otro combate fallido.
Entraré en trance, sin duda por beneficio,
Intentaré hacerte jaque, a ver quién deshace el hilo,
Antes de marcharme, está más que asumido,
Tendré que contarte, que no puedo ser tu amigo.
Vengo a buscarte, está decidido,
Antes de que sea tarde y no siga siendo el mismo,
Investigaré, buscaré, a ver si existe otro sitio,
Donde pueda encontrarme, donde esto tenga algo de sentido.