Suenan los raíles en la lejanía,
Me encontraba sólo, sin compañía,
A través de los cristales, con la mirada perdida,
Te sentaste enfrente, se me hizo de día.
Tú no andabas sola, tampoco me sorprendía,
Parecer muy obvio sería una tontería,
Sacar valor de dónde no existía,
Era un motivo que en mi cabeza no cabía.
Empezamos
una conversación que no acabaría,
Recorrimos
los valles y toda la geografía,
Que no te
imaginé a mi lado, no me atrevería,
A negar lo
obvio pues entonces mentiría.
Me tocaba
bajar, pero no quería,
La
incertidumbre se apoderaba y me recorría,
Como un rayo,
de los pies a la espina,
Te miré a
los ojos mientras te decía.
El tiempo corre en contra, observa bien,
El tren se pone en marcha y ésta vez,
El tren sólo para en mi parada una vez,
Una vez… una vez … te subiste y te subiste.